Fajadito, Fajadito

Estoy tratando de ser un alumno cumplido. Lo juro. Quienes me conocen saben que soy un fajadito (término para designar a un estudiante con un perfil muy particular de sobreexigencia personal, y sumamente dedicado a la labor estudiantil).
Pero ¿quién puede con la radio prendida o globovisión a todo gañote?
No soy un gran amante de las noticias, ni de ver globovision ni nada por el estilo. Confieso que la depresión post-marchas me había robado toda motivación a participar (pasiva o activamente) de lo que pasaba en el país.
Pero ayer….

Ayer…

Fue tan hermoso, motivador, emocionante, vibrante…
Había que estar ahí para poder entenderlo. Las viejas en los balcones apoyando con lágrimas de esperanza, los empresarios desde sus ventanas en las oficinas ondeando banderas y gritando consignas con los estudiantes. Los egresados orgullosos de gritar UUUCV a todo pulmón.
Mi país no está perdido. He visto con horror y amor que mi depresión de la semana pasada es compartida, y que se ha convertido en la gasolina del motor de protesta que hace falta.
Mi opinión siempre ha sido radical, directa, así como todo en mi vida. No creo que aplastados en la casa logremos absolutamente nada importante ni bueno.
Un cuento nórdico dice que las Valquirias (diosas hermosas y guerreras) se convierten en cisnes para sobrevolar los campos de batalla y recoger a los héroes caídos para llevarlos al Valhalla, el hogar de Odín, donde beberán la hidromiel y comerán platillos exquisitos hasta el final de los tiempos.
Es decir, las Valquirias
NO SE LLEVAN A LOS COBARDES.
Mi conflicto radica en la contradicción de los pesos de mi consciencia. Por un lado debo recordar que soy un santorólico y por otro que soy venezolano. Muchos pensarán que esta decisión es fácil… la patria siempre va primero, pero cuando se es adicto ¿qué más se puede hacer?.
Sorry Santoro. Por más que te quiera… hoy no, escoge una excusa, me duele la cabeza, me duele el cuerpo por la marcha de ayer, el estrés del país no me deja… como diría Gaby Pantoja: X pues…